
Los seres humanos olvidamos con mucha facilidad, nuestro cerebro está hecho con la capacidad de borrar información que no es importante o relevante en nuestra vida. Una vez que el cerebro ha aprendido algo nuevo activa un mecanismo de freno del aprendizaje para no recolectar detalles innecesarios, un procedimiento que le haría gastar más energía.
Olvidar es común en nosotros, enviar al baúl de los recuerdos situaciones dolorosas o eventos que son tan repetitivos en nuestra vida que los detalles simplemente son archivados para nunca volverlos a sacar.
En Salmos 103:2 dice:
"Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios."
Nuestro amoroso Dios sabía las limitaciones de nuestro cerebro, ¿imaginas poder recordar absolutamente todo desde tu niñez con lujo de detalles hasta el día de hoy? creo que no tendríamos una vida en paz. A cambio nos dio una memoria selectiva, una manera de recordar solamente aquello que trasciende en nuestra vida.
Por esta razón, Dios a través de su palabra La Biblia, nos recuerda una y otra vez la importancia de no olvidar sus promesas. En el salmo 103 David le habla a su propia alma y le dice: Bendice al Señor y no olvides sus beneficios. Es como si él mismo se obligara a entender que no podía olvidar nunca las maravillas que Dios ha hecho con su pueblo y con él mismo. Él le habla a su propia alma. Como seres tripartitos (espíritu, alma y cuerpo) tenemos una parte de nuestro ser que se encarga del intelecto, las emociones y la voluntad, esa es el alma. En tu alma reposan los recuerdos, tu inteligencia, tus más íntimos sentimientos y donde reside la capacidad de tomar decisiones.
David entiende la importancia de no olvidar los beneficios que tenemos en Dios. Bendícelo con tu inteligencia, bendice con toda tu voluntad al Señor pero no olvides sus bondades en tu vida.
Si algo Dios siempre recalcó a su pueblo fue no olvidar lo que Él hizo por ellos, recordar sus maravillas mantenía el fuego de su amor avivado en sus corazones, mantener su palabra y aquellos milagros poderosos revivirían la fe y el deseo de mantener una relación cercana con Él.
No olvidemos ninguna de todas las cosas buenas que Él hace por nosotros. Cuando Jesús fue a la cruz llevó no solo nuestros pecados, sino nuestra enfermedad, nuestra ruina y la desesperación.
Hoy, en Cristo están todos nuestros beneficios, dar gracias a diario por las bendiciones alcanzadas por su muerte vivifican nuestra fe. Tu victoria está en su muerte y resurrección, Él te ha perdonado, te ha liberado, te ha prosperado y te ha bendecido completamente con su Amor.
Tu fe se verá fortalecida cuando vas a la palabra y recuerdas uno a uno los milagros que Dios realizó desde Génesis hasta la iglesia apostólica, lee sobre los milagros que Jesús obró en cada persona que tocó; no olvidar sus beneficios es tener latente en tu mente y en tu corazón que estás con un Dios vivo, que ha prometido no dejarte ni desampararte aunque pases por los momentos más difíciles.
Deuteronomio 6:7-9
"y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas."
Dios mandó a su pueblo que constantemente tuviera sus bondades en su mente y corazón, repetirlas y tenerlas en todo lugar aseguraría que sus promesas no serían olvidadas.
Por esto es importante leer la palabra en familia, antes de salir a trabajar , antes dormir y en todo momento recordar su maravilloso poder. Que sus beneficios de Amor estén en tu vida siempre. Esto te llevará a que su bendición se vuelva real y vivas en total plenitud.
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